Diez años para entender que las cosas malas pasan siempre por algo bueno:
Gracias a Dios, a Jesús y a María.
Gracias a la situación, al bolo y a los carros.
Gracias a la familia que estuvo, la que se quedó y a la que se fue.
Gracias al sueño premonitorio, al "angelito de Dios" y al temblor.
Gracias a los voluntarios, a los rescatistas, a las ambulancias y a los policías. Y a ese paramédico que oró por nosotros.
Gracias a los que sin conocernos nos ayudaron, unos por hablarme y mantenerme consciente y a la señora que cuidó a mis hijos sentaditos en una acera en todo ese relajo.
Gracias a los médicos y enfermeras de emergencias, al cirujano plástico y al ortopeda.
Gracias al jefe, compañeros y los amigos.
Gracias a mis hijos que aún heridos y pequeños ayudaron a cuidarme.
Gracias a las heridas y cicatrices, que me enseñaron a ser fuerte ante cualquier situación.
Gracias a la vida, que me ha dado tanto... Cada año he publicado nuevas reflexiones de lecciones aprendidas de ese día y las aprendidas a medida pasaba el tiempo, ésta es la última vez que lo hago, así que solo me quedaba dar gracias.
Gracias a todo y a Todos porque sin ese accidente, hoy yo no estaría bien.
